el bosque del poema

la poesia debe estar siempre en la mano de los que la sienten, y en el futuro de los que no.

al despertar (a)

como una de esas princesas
que aparecen en los cuentos de hadas,
como una fresca mañana
en la que sólo estamos tú y yo.

entre tus brazos dormía,
mientras tú soñabas,
y sin mediar palabra,
una caricia me despertó

nuestros labios se acercaron
como la primera vez,
y el laberinto del palcer
nuestras manos recorrieron
y como en un leve vaiven
llegamos al amor,
de nuevo los dos a la vez.

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