el bosque del poema

la poesia debe estar siempre en la mano de los que la sienten, y en el futuro de los que no.

Sibilino

Misericordia a mi alma, que yace herida en tu lecho. Cosiendo heridas de guerra entre las tinieblas de un misterioso gozo, que me eleva por encima de las frías piedras de un mundo desprovisto de sensibilidad.
Y por fin hallé la paz en un rincón olvidado de mi Yo; mi "maldad".
Y llora desconsoladamente el pasado, pensado que sus horas son ahora arrojadas a las llamas del infierno, ignorando que es él quien esta dando un reconvertido sentido a mi presente. 
Quizás no espere, sino que camine a ciegas para encontrar mi ropa, para protegerme camino arriba, donde no hace tanto calor. Pero camino, sin rumbo más que el marcado previamente por tu Yo. 
Soy una caja vacía de sorpresas, las cuales sólo se atreven a insinuarse en presencia del Rey, Ecce homo, el único que sabe arrancar de mi, divagaciones sobre el deseo, sobre la música, sobre la vida... y el único que me concede una pausa para  volver a sentirme yo.
Más adelante comprenderás que pienso que el silencio no es mudo; son palabras sibilinas que como ambos, se crecen detrás de la puerta siempre "cerrada" de la maldad.
Y desde luego esta noche mi almohada intentará darme muerte en mis sueños, por eso la daré la vuelta, y me dedicaré la noche entera a soñar.

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