el bosque del poema

la poesia debe estar siempre en la mano de los que la sienten, y en el futuro de los que no.

Sin pensar


Me mancho los zapatos de arena
Mientras se  calienta el corazón,
Más de catorce pasos sin pena
Por eso sé que tienes razón.

Apocalipsis casi sin miedos,
Mil kilometros sin estupor,
En la batalla nos jugaremos
Caminar de nuevo sin dolor.

Mis manos frías se debaten entre acariciarte en mi imgainación mientras me concedo unos segundos, o seguir escriobiendo para ti.

El verde de mi vestido
no entiende de frío,
por eso le dejo al destino
que decida por los dos.

Y sin querer que esto atardezca y nos quedemos sólo en otoño, decido perdonar mi pasado y dedicarte el futuro a ti.

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