el bosque del poema

la poesia debe estar siempre en la mano de los que la sienten, y en el futuro de los que no.

Rómpelo

Mi vida está esclavizada a las horas,
el paso de los minutos marca el ritmo de los latidos de mi corazón,
Mi mirada, tensa, llena de segundos...
Mis manos atadas con las frías cadenas que tejen las manijas de mil relojes...
Ni en mis sueños el tiempo desaparece;
esta noche he perdido dos trenes en un intento de hacer un onírico viaje como los de antes.

Me han han intentado enseñar que el tiempo no existe, que sólo es una consecución de acciones, unas tras otras.
Pero cuando le faltan horas al día y decides olvidarlas, siempre algo o alguien te recuerda que estamos voluntariamente atrapados en esta extraña galaxia, creada por nosotros, en la que no hay más responsable  de las leyes de la física que nosotros mismos, a las que nos abrazamos mientras un odio interno intenta separanos de nuestra propia creación, de nuestro propio monstruo.

Y así pues, sólo nos queda esperara para en le momento menos pensado volar con todas las fuerzas que nos queden y sin pensarlo abrazar el sol, y volver a derretir nuestras alas, y volver a caer, y volver a odiar a nuestro monstruo; a nosotros mismos.

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