el bosque del poema

la poesia debe estar siempre en la mano de los que la sienten, y en el futuro de los que no.

Adicción

Te repites a ti misma que esta será la última vez, que todo cambiará, que tu puedes...
Inútilmente te alejas de ello, aprietas el borde del jersey con las manos para dejar de sentir ese escalofrío que como otras veces recorre tu espalda en busca de alguna distracción aparente. Te das cuenta de que tu mandíbula está apretada como de costumbre, intentas apartar la atención del hormigueo que empieza a subir por tus piernas, estas tensa, las pupilas dilatadas, empieza a recorrerte el frío, un frío mortuorio que te recuerda que aun tienes en algún lugar escondido un pedacito de esa droga que tan feliz te hacía. Te recuerdas a ti misma la promesa que hiciste hace tiempo... la promesa que acabas de rehacer, intentas evocar a tu mente las razones que tan sólidas parecían cuando dabas esa última calada... ahora esas razones parecen disolverse como el humo.
En un rincón de la habitación, sola, acurrucada contra la almohada, rezando para no tener la fuerza suficiente de levantarte y volverlo ha hacer....
Por tu mente un remolino de recuerdos que te acosan y te empujan a emprender de nuevo el camino incorrecto; la primera vez, sentir como el humo se escapaba entre tu risa, la mano ocupada en otros menesteres, la compañía de ese amigo fiel en los peores momentos, sentir su sabor en tu boca, saborear hasta la última y ardiente calada que dejaba un mal sabor... tu ropa ya no era la misma, tenía su toque personal. Tu piel mudaba poco a poco su color, el olor ya no era el mismo, eras dependiente de esa gélida muerte que atascaba tus pulmones, que te impedía la respiración... pero era mi fiel amante, el jamás me dejo sola, el jamás se alejaba de mi... pero sabía que era algo imposible, sabía que su triunfo era mi derrota, sabía que al final sería el o yo.
Pasaron los días, los meses, los años... y juntos vivimos situaciones inesperadas, momentos para la posteridad, pasaban los días, los meses, los años, y poco a poco su presencia mellaba mi salud, no podría aguantarlo más.
Un día frío de octubre mi cuerpo no pudo más y cedió a tu chantaje, sabía que el precio de nuestro desvarío sería alto pero nunca pude imaginar llegar hasta el mismo borde de la muerte.
Quisiste acabar conmigo, quisiste matarme, pero yo fui más fuerte que tu.
¿Sabes? la muerte no es tan dolorosa como la pintan, de hecho en ese momento creí poder por primera vez liberarme de tus dulces y atrevidas artimañas para siempre. En el fondo darle la mano a la muerte me sentó bastante bien. Y decidí olvidarte para siempre. Yo no había muerto pero tu para mi habías cruzado el umbral de mi vida hasta el fin de mis días.
Al principio fue fácil odiarte; convencerme de que tu para mi no significabas nada, fue fácil hacerme creer que lo nuestro había llegado a un punto final sin retorno.
Podía volver a salir a la calle sin temor de que tu invisible mano volviera a tocar mi cuerpo. Paso el tiempo y casi conseguí borrarte del todo de mi memoria, pero un día te cruzaste conmigo y tu olor volvió a embriagar mi espíritu. Mi corazón palpitaba a mil por ahora, la respiración comenzó a acelerarse, otra vez  una gota de sudor frío cruzó mi cara, pero fui capaz de contenerme, y de darte de nuevo la espalda, pero era demasiado tarde; otra vez volvía a pensar en ti, volví a recordar como rozabas delicadamente mis labios y te adentraba en mi boca en busca de mi vida.
Comencé a pensar en ti día y noche, me dí cuenta de que no podía sacarte de mi cabeza y de nuevo el día menos pensado nos volvimos a encontrar cara a cara y aunque mis lágrimas me recordaron lo que un día hiciste conmigo, esta vez, no pude vencer la tentación y volví  caer entre tus brazos como una idiota.

Esta vez fue algo diferente, al principio fue como si no quisieras estar cerca de mi y rechazaras mi cuerpo que se ofrecía como tu hogar, pero hicimos un trato; recurriría a ti sólo cuando mi corazón no fuera capaz de soportar el resto, sólo cuando aquellos momento entre tu y yo fueran especiales. Pero no lo olvides lo nuestro es un secreto, nadie más debe saberlo.

Pero incumpliste la promesa y yo fui débil para decirte que no.
Cada vez estábamos más tiempo juntos, cada vez compartíamos mas horas del día en compañía, a cada momento dependíamos más el uno del otro. Hasta que un día me dí cuenta de que otra vez, volvías a dominarme, volvías a aprovecharte de mi, a alimentarte de mi vida a expensas de lo que yo deseaba.
Y hoy de nuevo te he dicho que no, te he querido echar de nuevo de mi vida, pero esta vez ya no es tan sencillo, ahora nadie nos vigila, ahora estoy sola, ahora esta batalla la tengo que lidiar solo yo.
y aquí estoy, intentado patéticamente esconderme de tus sombras, pidiendo al cielo que no te vuelvas ha acercarte a mi.

Receta

… y bailar al son de la vida…  sonreírle al pasado, queriendo contarle que ahora el ayer se ve de otro color…
Un reloj a lo lejos que me cuenta el tiempo, se ríe de las horas dejándolas pasar, a veces sin más, a veces de más.
No soy nueva, soy quien se escondía en el fondo de tanta confusión. Ahora con más de una razón para seguir como siempre, pero como nunca hasta ahora.
Ilusión; una palabra que hasta hace poco estaba pasada de moda en mi diccionario, sin prisas,  exigencias las justas que me dejen disfrutar de las obligaciones.
Tomar el sol en una plaza, y de vuelta, una sorpresa, un amigo que hace siglos que no veía. ¡Que casualidad! Pensaba haber ido por otra calle y  entonces no te habría visto. (Otro regreso al pasado que me hace cambiar de nuevo de opinión respecto a la vida)
El sol parece haber desaparecido del cielo (le habrán requerido en otra parte) pero su ausencia no significa que no siga brillando para mi.
En mi libro palabras que hoy va más que nunca con mi ánimo; autodeterminación, auto eficacia, sentirse útil, ser una misma, tener la dosis perfecta de libertad, la justa para no perderme, suficiente para poder ser feliz, necesaria para tener la sensación de control.
Receta para una tarde divertida bañada en salsa dulce:
-          Una cucharadita de ilusión.
-          Dos pizcas de factor sorpresa.
-          La cantidad necesaria de planificación para que quede consistente  la masa pero no demasiado espesa.
-          Tres cucharadas soperas de alegría y buen humor.
-          Una gran cantidad de amor (fundamental para que la tarde cuaje)
-          No meter la tarde en el frigorífico, podría estropearse.
Preparación:
Juntar todos los ingredientes en el orden que se quiera, poner mucho cuidado de no pasarse con la sal.
Revolver todo bien  y dejar la masa preparada para hornear.
Precalentar el horno a temperatura 220 grados de dulzura.
Meter en el horno con mucho cuidado de no quemarnos y dejar que se vaya haciendo muy despacito.
A la mitad poner el grill del cariño y seguir horneando.
En una hora mas o menos, estará listo para poder comer.

Advertencia; expectativas las justas para que al meter la tarde en el horno no se deshinche. 

Una vez que se ha disfrutado de este maravilloso postre de fin de semana  se sugiere quedarse dormidos muy juntos y abrazados.
Al día siguiente si a sobrado algo, se puede desayunar, dicen que es de los placeres mas dulces! 


Calma

Una tarde azul de invierno, un precioso canto de un violín que parce traspasar la radio y unirse a la quietud de mi espíritu, la sensación de haber hecho las cosas bien y por encima de todo la Clama de ver mi vida fluyendo acompasada con mi corazón.
Regresé de aquel caos que empañaba los ojos de mi existencia, ahora sé que todo va bien.
He vuelto del mundo de mis más horribles sobras con una sola enseñanza; Yo soy todo lo que hago, todo lo que me ocurre, todo lo que acontece a mi alrededor. Yo y sólo Yo soy la única responsable de mis sentimientos, de mis triunfos y mis derrotas, de mi tristeza y de mi alegría, porque son mis ojos los que ven, mis manos las que tocan, mis oídos los que escuchan, mi voz la que habla, soy Yo la que actúo y la que interpreto, la que deja que sucedan los acontecimientos...

Por esto soy yo la que debía ir sola a buscarme, y la única que me podía encontrar. Y por supuesto, soy yo la que elijo.
Siento, percibo, doy y recibo, escucho, aconsejo, me lamento y puedo o no puedo, en definitiva, la que vivo.
Sé que amo; que te amo, porque tu también eres Yo; tu propio Yo.
Y a tu lado nuestras almas sonríen en su propio Yo que es el Yo único que creamos cuando estamos juntos.
No puedo decir más que eres Tú, perfecto y exacto para mi Yo.

A veces pierdo el norte y me distanció de mi misma pero tu sigues siendo mi Yo.
No te rindas jamás de vencerte, pues en ti estas tu mismo y es por eso por lo que te quiero.
Tiempo, siempre viéndolo como un enemigo, pero cuando tu estás el no existe.
Opciones hay miles, opciones accesibles sólo hay las que tu te dejas ver.
No podría ni aunque quisiera dejar de sentirte en mi.
Intento seguir conociendo mi yo para poder conocer el tuyo, tan trasparente que ilumina siempre mi camino.
Obsérvame  no soy más que un Yo, que a veces se pierde pero que sin ti estaría perdido.