el bosque del poema

la poesia debe estar siempre en la mano de los que la sienten, y en el futuro de los que no.

Pidiendo tu aquiescencia.

¿Se puede saber desde cundo intento trepar desesperadamente por una enredadera de semejante tamaño? Si me pierdo es mi problema, me digo mientras me intento dar explicaciones a mi misma.
No se cuando perdí el sentido de la orientación, quizás fueron un par de palabras nada más, un destello que se balancea invisible desde un ojo. Será que todo se torna aburrido porque se demasiado sobre como saber. Pero no me convence. La nada nunca estuvo tan repleta como en este pasado presente.
Dicen de mi que cuando quiero extrapolar algún algoritmo interno aquiescente colmado de desesperación y algún que otro sentimiento incongruente que se desvanece cuando recobro la consciencia de lo acaecido mientras desperezo sorpresas en el ocaso de un sin sentido con una explicación muy exacta y definida de lo que es inexplicable, me complico demasiado pero es la única forma en la que puedo decir lo que quiero decir. Porque por suerte o por desgracia soy demasiado compleja.
Y un zumbido como de mosquitos me quita el sueño, cuando intento despereza mi corazón de fotogramas instantáneos de algo que no sucedió. 
Pero por ahora, le dejaré al destino que leas lo que debas haber leído, y pediré a la suerte que lo hayas entendido como en el momento de escribirlo quería que fuera sentido.

Fénix

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¿Quién necesita principios  cuando se trata de supervivencia?
Tratamos de esconder nuestro verdadero ser tras máscaras con nombres como la honradez, honestidad, fidelidad…  falacias de nosotros mismos al fin y al cabo.
Se nace con una forma de ser impresa en nuestro ADN y por mucho que intentemos cambiar, lo más cerca que estamos de algo un poco mejor de nosotros mismos en puliendo pequeños detalles forjados a base de acostumbrarnos al nuevo rol de vida. Pero  nada más lejos de la realidad.
Mentira;
Quien mintió desde la cuna, no deja de mentir de una día para otro, simplemente aprende a camuflarlo, matiza su “don” hasta que llega a ser imperceptible ante los ojos de los demás.
Tacañería;
Estos sujetos no dejan jamás de querer más para ellos mismos. Si nos parece que si generosidad se desborda, quizás sea porque detrás de esta glamurosa actuación, realmente ansíen otra cosa, inmedible a nivel tangible (prestigio, poder, aceptación).

Infidelidad;
Tema delicado dónde los haya, pues en este caso, si no vuelven a serlo en la práctica,  su mente ebullirá de pensamientos impuros que desembocarán en una infatigable actividad entre su mano y si mente.

Miedo:
Es irreal pensar que el cobarde tornó en valiente a la velocidad del rayo, simplemente,  puede que su miedo a la reacción pública se encargue de realizar por el alguna proeza. Aun así seguirán temiéndose  a si mismos más que a otra cosa en el mundo.  

Pero hay un tipo de miedo que supera los demás;
Miedo al dolor;
Las personas que sufren de miedo al dolor, están marcadas de por vida. Y no me refiero a un dolor físico, sino al dolor que se siente con un no, con una mala obra o con un dolor  intenso en el corazón, manifestación de habérsele entregado a alguien que lo ha destruido.
Me detendré un poco más en describir  a estas pobres víctimas de si mismas, que jamás gozarán de verdad.
Hay dos tipos de personas;
Las que intentan distanciarse de la humanidad dando un trato infra humano a los demás, procuran engrandecerse a si mismos a costa de humillar a los demás. Se divierten haciendo verdaderas gymcanas  socio-personales con las personas de su alrededor.  Y el único momento de disfrute en sus vidas es al ver los destrozos que colman su alrededor.

Y los que entregan apasionadamente cada segundo de su vida por el resto, haciéndolos sentir especiales, procurando alagarles, pero eso sí sin implicarse emocionalmente, parece que si, pero muy lejos  ese gesto desinteresado y apasionado,  se esa persona que jamás pondrá realmente sus carnes en el asador por nada, ya sea pareja, trabajo, estudios, amigos… Puede parecer que hacen  verdaderas locuras por los demás pero al final, cuando ven en peligro su integridad sentimental o intuyen comenzar a implicarse en algún asunto, estas personas desaparecen dejando tras de sí una espesa niebla que rezuma astucia.  Hay que tener verdadero cuidado con estos individuos, pues el nivel de adictiva adrenalina que causan en los demás al mostrarles ese lado ficticio de entrega  puede llegar a producir insomnio, dolores de cabeza, angustia, dolores de corazón y depresión. Pueden confundirse con personas de escasa maduración, con niños, con dementes, dar la sensación de que realmente no saben lo que quieren, pero en realidad son unos de los más peligrosos sociópatas, que buscan desesperadamente algo o alguien donde agarrarse hasta el momento en que les vuelva a entrar el miedo.

Realmente, estas personas son sus propias víctimas, pues a diferencia de los anteriores, los cuales adquieren un verdadero subidón de testosterona, estos jamás llegan a disfrutar de absolutamente nada en su vida pues ellos mismos se encargan de destruir sus ilusiones milisegundos antes de que estas se den por satisfechas.
Esto no quiere decir que todos tengamos que ser malos, es simplemente cuestión de grados. Y aún los malos tiene lados muy positivos.

Podemos torturarnos procurando darle a entender a la gente que hemos cambiado, Pero al final siempre acabamos siendo quienes somos.
 La única manera de acabar con ese pedacito de nitroglicerina que se alberga en nuestro interior es matarnos a nosotros mismo y  resurgir de nuestras cenizas.  Y sólo el amor es el arma perfecta que consigue deshidratar nuestros miedos. Pero para ello es necesario dejarse amar.

Sin memoria

Pretendes que la roca tallada torne de nuevo lisa.
Que las olas del mar reescriba las palabras escritas en la arena
que borraron hace una eternidad.
Quieres devolverle la vista al ciego que una vez tu le quitaste.
Secando corazones enjugados en lagrimas secas y cerrando heridas ya cicatrizadas.
Intenta dormir bajo las estrellas de un firmamento apagado.
Sorteando obstáculos por un camino cerrado al paso por obras en el corazón.
Silenciando melodías que sonaron hace ya demasiado tiempo.
No te sorprendas cuando te descubras que quieres volver a vivir algo que nunca sucedió.
Y recuerda, el olvido tiene recuerdos.

Todo podría pasar, nada es imposible, pero hay una regla fundamental para cumplir todo esto, no tener memoria.

Las golondrinas ya regresaron a sus nidos pero tu sigues soplándole  al viento; cazando recuerdos en forma de mariposa con una caña de pescar.

El otro lado de la puerta

-Toc toc.
-¿Quién es?
- El destino.
- Pasa, pasa, que te estaba esperando.
Y mientras tanto dejemos que pasen las horas entre cigarrillos y versos.
Un alma, dos almas, una canción, dos, tres...
Y siguen fluyendo los versos en común de dos vidas diferentes.
- ¿Quién me dijiste que eras?
- La casualidad.
Que bien te estaba esperando, siéntate y ponte cómoda que me da la sensación de que nos quedan muchas horas por delante para que la casualidad deje de ser tan extraña, mientras tanto, que tal un té y otro cigarro.

Recuerda, la puerta está abierta siempre a la espera de una nueva coincidencia.

Cristales rotos

Cómo Un frágil sueño que parece romperse en mil pedazos al despertar que son  barridos  y acumulados en el rincón de los recuerdos olvidados; de los momentos pasados que dicen siempre fueron mejor.  
A mi también se me rompieron hace algún tiempo, la única diferencia con los pedazos del resto de las personas es que yo nunca les barrí, aun yacen en el suelo de mi habitación de los secretos, esparcidos ocupando todo el espacio, creando una alfombra de afilados espejos que guardan en su reflejo pedacitos de mi alma.
A veces visito descalza esa habitación, dejando que todos esos  cortantes pedazos de mí, se claven en mis pies, haciéndolos sangrar los sentimientos que ellos mismo produjeron un día, haciendo despertar mi nostalgia, obligándome a empañarlos con el cálido líquido rojo que emana de mis pies, elixir  imprescindible de mi vida, y siento como bajo la planta de mis pies aun alguno de ellos  intenta respirar y alimentarse de mi propia sangre pero les queda ya poco aliento.
En mi cabeza vuelvo a oír esa melodía  hueca que resonaba hace tiempo en los Ilimitados días de lluvia,  y me pongo a bailar sobre los cristales,  extendiendo mis alas oxidadas  y  tiñéndolas con la sangre de mis pies al rozar el suelo. Después silencio.
Puede que aun se pregunten si sigo volando como lo hice con aquel efímero sueño, en un suspiro ahogado contestaré a su pregunta; Si, aun me dejan  volar, pero no tan alto como antes

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