el bosque del poema

la poesia debe estar siempre en la mano de los que la sienten, y en el futuro de los que no.

Pidiendo tu aquiescencia.

¿Se puede saber desde cundo intento trepar desesperadamente por una enredadera de semejante tamaño? Si me pierdo es mi problema, me digo mientras me intento dar explicaciones a mi misma.
No se cuando perdí el sentido de la orientación, quizás fueron un par de palabras nada más, un destello que se balancea invisible desde un ojo. Será que todo se torna aburrido porque se demasiado sobre como saber. Pero no me convence. La nada nunca estuvo tan repleta como en este pasado presente.
Dicen de mi que cuando quiero extrapolar algún algoritmo interno aquiescente colmado de desesperación y algún que otro sentimiento incongruente que se desvanece cuando recobro la consciencia de lo acaecido mientras desperezo sorpresas en el ocaso de un sin sentido con una explicación muy exacta y definida de lo que es inexplicable, me complico demasiado pero es la única forma en la que puedo decir lo que quiero decir. Porque por suerte o por desgracia soy demasiado compleja.
Y un zumbido como de mosquitos me quita el sueño, cuando intento despereza mi corazón de fotogramas instantáneos de algo que no sucedió. 
Pero por ahora, le dejaré al destino que leas lo que debas haber leído, y pediré a la suerte que lo hayas entendido como en el momento de escribirlo quería que fuera sentido.

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