el bosque del poema

la poesia debe estar siempre en la mano de los que la sienten, y en el futuro de los que no.

Guerra

No hace aun ni dos meses cuando comenzó mi camino hacia la guerra.
Todo transcurrió como en el libro de "El Señor de los Anillos"; demasiado lento y descriptivo, en demasiado tiempo como para darse cuenta.
Mi rival llevaba años y años haciéndose más y más fuerte sin que yo pudiera si quiera presentirlo. Cada día iba creciendo en boca de mis familiares más cercanos, y poco a poco y a expensas de mis conocimientos, iba plantando en mi su semilla de oscuridad.
Con el tiempo se fue haciendo más fuerte e iba penetrando en mi subconsciente, hiriendo mi sentido común sin yo advertirlo.
Pero de pronto, un día, miré por primera vez el reflejo que el espejo devolvía de mi y fue en ese justo instante en el que, mi enemigo hizo su aparición. Lleno de ira, envuelto en un halo de fuego que escondía su rostro.
Mascara de hierro y tinieblas, oscuridad a su paso, a nuestro paso.
Ríos de lava cercándonos el paso. Y un dolor punzante en el estómago; miedo, nervios, rechazo...
El frío de una noche oscura en la que me dejo vencer en mi propia batalla.
Hemos de ser fuertes. ni tu ni yo saldremos nunca ganando, eso lo supe mucho antes de comenzar la batalla, pero ya no hay vuelta atrás y mi mente ya se ha dejado atrapar por ti.
Siempre nos íbamos escondiendo tras los rostros del olvido y la dejadez, pero ahora ya no. Sólo quedamos tu y yo en un campo de batallas ya desolado.
Y vuelve la noche y hace frío, pero no un frío angustioso que te hiela por dentro sino una especie de frío al que una se puede llegar acostumbrar, el frío de ti misma. El frío de una batalla eterna en la que es muy difícil ganar y seguir con vida.

¡Lo conseguiste! Has conseguido hacer que abandone mi inofensiva pasividad para enfrentarme desde la piel hasta el corazón con un enemigo que nunca existió. Pero que ahora es más real que nunca y me envenena cada día un poco más.

Cadenas

Ella era dulce, amable, optimista y tremendamente compleja.
Intentaba sobrevivir como podía durante los 3 meses de verano que volvía a casa.
El ambiente opresivo de su "hogar" la ahogaba día tras día, con la única esperanza de que cada dìa que pasaba, estaría más cerca de volver a la universidad y a aquella ciudad que para ella se combirtió en símbolo de libertad.
Cada mañana se levantaba a las 8:30, aunque siempre remoloneaba en la cama jugando con su perro, el cual se encargaba de despertarla un par de minutos antes de que sonara el despertador.
Se levantaba siempre de buen humor, independientemente de como acabara la noche anterior.
Bajaba las escaleras, y se preparaba su torta de avena y su café.
Mientras se cuestionaba cómo podía haber cambiado todo tanto y a la vez no haber cambiado nada.
Había una cosa clara, ella si que había cambiado, era una versión mejorada de si misma, con más paz interior, con más aguante, con más amor y pasión por la vida... por esa vida que ella siempre soñó y que cada vez estaba más y más cerca.
Desayunaba viendo el telediario y apenandose de cuanto dolor había en el mundo, decidiendo cada mañana que ella formaría parte de la solución del planeta a este caótico descontrol que nos estaba conquistando por los cuatro puntos cardinales. -Ya queda menos para poder ser yo para el mundo...-
Pero aun le quedaba mucho que aprender para ser útil...
Mientras tanto, una voz hiriente y muy desagradable la devolvía a la realidad de un golpe; era su carcelera personal.
- Lograré liberarme de estas cadenas, y por fin....-  Pero la voz volvio a resonar en toda la estancia.
El mundo deberá esperar por lo menos un par de años más.
Pero ella seguirá practicando con las personas a las que ama, practicara cómo hacer feliz a la humanidad con una sonrisa y su vida en juego.