el bosque del poema

la poesia debe estar siempre en la mano de los que la sienten, y en el futuro de los que no.

Penitente

Una ardiente flecha de plata clavada en mi corazón; eso es tu ausencia.
Mis ojos se pierden buscando caminos ya trillados donde encontrarte, pero incapaz de atisbar tan solo una pequeña pista de tu mirada posada en la mía los retales del olvido se dejan llevar por el viento...
Enmascarando sentimiento desbocados, arrastrados a la locura si aun sabiendo que estas, no estás.
Cabalgando sobre mi corcel de paciencia persigo una vana sombra que se desliza de árbol en árbol, de calle en calle, de pasado en presente y otra vez vuelta al pasado.
Creyente fervorosa de tu existencia más allá de un instante de locura, pero como todas los creyentes, soy creyente porque aun no he visto, ni creo nunca poder ver.
Como una fría estatua de piedra, silenciosa; penitente del pasado sigo buscándote entre las calles, entre los muros, entre el pasado y el presente.

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