el bosque del poema

la poesia debe estar siempre en la mano de los que la sienten, y en el futuro de los que no.

Billete de ida y vuelta

Es pronto, pero el reloj en su incansable intento por ser puntual
suena más pronto que de costumbre.
Cuesta levantarse, y aun más sabiendo el destino de mis pies.
Salgo por la puerta, pero mi corazón se queda bajo las sábanas de la esperanza.
Mis ojos te buscan por la calle, te encuentran bajo la tenue luz de las farolas,
alumbrando como siempre mi día, mi vida.
Me voy triste y cansada, pero se que según emprendo el viaje, ya estoy volviendo a mi hogar,
volviendo a ti.
Espérame, y cógeme la mano en mi ausencia porque estoy ahí;
Queriéndote como siempre.
Otro billete más de ida y vuelta con nuestros nombres en él.
Aunque como siempre en realidad nunca me he ido,
me he quedado como siempre, esperando en tu corazón.

Afortunados

Elogios de seda que se deslizan por mi piel,
acotando el significado de mil palabras en una sola caricia.
Desnudez que se refleja más allá de mi cuerpo,
que se asemejan a una mirada escondiendo un deseo.
Carrera interminable que persigue a esta noche
que se nos escapa de las manos en lo que dura un suspiro.

Y viene el día y la luz que entra por la ventana
se funde entre las sabanas teñidas de dicha y tristeza.
Se fuga el tiempo enredándose en una tocata que ha de concluir pronto.
y sin mediar palabra la puerta se entorna dejando ir tras de sí
lo que ahora es una sombra en la casa.

Afortunada la mujer que guarda una ausencia,
pues donde hay ausencia, hay alguien que a ratos la llena.
Afortunado el hombre que debe ir a algún sitio.
Porque donde hay ir, hay volver.
Afortunado el día en que ellos se cruzaron,
Pues sobre el se construye una historia
que jamás encontrará fin.