Sin pensármelo dos veces cogí tu mano y me dejé llevar mientras la música de un violín nos sumergía en una mágica burbuja. Giramos y giramos, durante horas, y con la última campanada de media noche desapareciste.
Durante mucho tiempo te busqué, creyendo que tu harías lo mismo.
Durante noches y noches lloré deseándote, añorándote...
Un día un violín cayó en mis manos, y recordando aquella noche, aprendí a tocarlo para ti.
y así cada día a las 12 exactas de la noche, cogía mi violín y te llamaba con una triste y melancólica melodía llorándole a la oscuridad.
Una noche, mientras tocaba en aquél bosque en el que e internaba buscándote, cuando las notas cesaron de salir de mi alma a través del violín, todo quedó en silencio, noté una respiración detrás de mi, y escuche como una voz me susurraba: - Te quiero-
Me giré y al verte de nuevo te besé.
Nunca supe porque despareciste, ni porque volviste a aparecer; no me hacía falta saberlo, porque por fin estabas a mi lado para siempre.
Desde aquel día, todas las noches nos íbamos a ese bosque y rememoramos aquel día en el que regalaste tu amor otra vez.
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