La existencia es a la vez evitable e inevitable. Yo decido mi existencia, escribo mis pasos, compongo mi propio tempo, marco la diferencia pero ¿De qué mano están mis circunstancias?
Con la primera luz del día todo se ve diferente ; un velo de terciopelo cubre ese azul de tarde.
Una sombra en la pared camina a mi lado, y me recuerda que: Tras el candado que guarda mi sonrisa, se esconde la parte más íntima de mi. Y confesaré que por ti he vuelto a tocar el piano, y al terminar la primera obra que volví a tocar después de años lloré, pues al fin, sentí mientras acariciaba en blanco y negro.
Entendí que el piano es como yo, por fuera duro, brillante, adecuado…Por dentro lleno de enredos colocados cada uno en su sitio y lo más importante; cuando se sabe tocar bien, es capaz de producir las más bellas, dulces, pasionales y ardientes melodías, pero cuando se acaba de tocar en él, su hermosura se cierra bajo llave para que nadie que no lo merezca, arranque de sí las más hermosas melodías. Guardando bajo su capa de negro, el gran Sutil Secreto de la Música.
Y ahora que por fin he descubierto y he comprendido la belleza que se esconde en una partitura que se va escribiendo compás a compás según suena la música, no estoy dispuesta a poner doble barra al final de este pentagrama; dejaré que suene la música, aunque por la mañana haya un silencios de semicorchea que dure indeterminadamente.
1 comentarios:
Tu misma tienes tanto esas propiedades como esa llave que abre, espero que me dejes continuar con la función, porque esta canción es a 4 manos, y los dos tenemos que acabarla.
Te quiero
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